En el Encuentro Multilateral de la Colectiva Internacional 50+1, realizado esta semana, mujeres líderes de la política mexicana alzaron la voz para defender una presencia femenina activa en los espacios globales de decisión. Entre ellas, la senadora Ruth González Silva subrayó que el liderazgo de las mujeres no es un gesto simbólico, sino una transformación necesaria.
Durante su intervención, la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte destacó que la reciente elección de Claudia Sheinbaum como presidenta de México —la primera mujer en llegar al cargo en el país y en América del Norte— representa un precedente histórico. “Cuando una mujer llega al poder, no llega sola: llega con la fuerza de todas las que lucharon antes y la esperanza de quienes vendrán después”, expresó.
González Silva insistió en que la igualdad sustantiva debe ser un eje transversal de la política exterior mexicana. A pesar de que el Congreso de la Unión ha sido paritario durante casi siete años, recordó que todos los coordinadores parlamentarios en el Senado siguen siendo hombres. “Eso habla de lo mucho que aún falta por hacer para lograr una representación real”, señaló.
Desde la comisión que encabeza, González Silva impulsa una agenda de colaboración con los consulados de México en Estados Unidos y Canadá para promover la atención consular con perspectiva de género, además de protocolos para prevenir y atender la violencia en espacios diplomáticos. También ha exigido una participación efectiva de las mujeres en la negociación de tratados y mecanismos internacionales.
“No venimos a pedir permiso. Venimos a ejercer el poder con dignidad, con visión y con esperanza”, sentenció al cierre de su participación.
Foto: @RuthGonzalezMx
La legisladora también celebró la presentación del Protocolo de Protección a Mujeres Líderes, impulsado por la Colectiva 50+1, y reconoció que muchas mujeres ejercen liderazgo fuera de la esfera institucional, como migrantes, defensoras o activistas: “Ellas también son embajadoras de México”.
El mensaje fue claro: la transformación democrática, en México y en el mundo, no puede ocurrir sin las mujeres. Y ya no se trata de ocupar espacios: se trata de liderarlos.