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En los últimos días se ha viralizado en redes sociales el caso de Sister Hong, un hombre chino de 38 años identificado como Jiao, que se hacía pasar por mujer en plataformas digitales para contactar a otros hombres, citarlos en su domicilio, grabar sus encuentros sexuales sin consentimiento y luego lucrar con ese contenido.

Para concretar las citas, Jiao solicitaba a sus víctimas llevar artículos de despensa como frutas, carne o aceite. Según autoridades de Nanjing, al menos 237 hombres fueron víctimas de este engaño antes de que el caso saliera a la luz. Jiao fue arrestado el pasado 5 de julio, tras una denuncia hecha por un influencer que descubrió que circulaban en redes sociales videos íntimos suyos sin autorización.

Las grabaciones eran compartidas en plataformas como WeChat, QQ, Momo, Telegram, Reddit, Douyin y X, a cambio de dinero. Además de la exposición no consentida, algunas publicaciones sugieren que los encuentros se realizaban sin protección, lo que ha generado preocupación por posibles riesgos a la salud, aunque hasta el momento no se ha vinculado ningún caso específico de transmisión de enfermedades.

Más allá de la burla: una violación de la intimidad

El caso ha generado una oleada de comentarios misóginos y homofóbicos en redes sociales. Muchos usuarios se han enfocado en ridiculizar a las víctimas, cuestionar su orientación sexual o asumir que sabían que Jiao no era una mujer. Sin embargo, la discusión debe centrarse en el engaño deliberado, la violencia sexual digital y la violación al consentimiento, no en revictimizar a quienes fueron expuestos.

Es fundamental recordar que grabar y difundir contenido íntimo sin consentimiento es ilegal en China, según lo establece la Ley de Protección de la Información Personal. Y aunque se trate de hombres, esto no resta gravedad a los hechos. Las víctimas fueron manipuladas, filmadas y expuestas públicamente sin su autorización. Eso es violencia sexual.

¿Por qué es importante hablar de esto desde una perspectiva feminista? 

La violencia estructural tiene formas diversas. Si bien históricamente han sido las mujeres quienes enfrentan la mayoría de las violencias sexuales, los hombres también pueden ser víctimas, y no por ello debe minimizarse su dolor ni relativizarse la agresión.

Además, el caso deja en evidencia los efectos del machismo en todos los géneros: muchos hombres no denuncian por temor a ser ridiculizados, porque han sido socializados para “aguantarse”, o porque no identifican estas experiencias como violencias. Urge romper con esos estigmas.

También debe servirnos para reflexionar sobre el uso del internet, la privacidad digital y el consentimiento. Porque aunque en esta ocasión las víctimas fueron hombres, la manipulación emocional, el engaño, la grabación secreta y la difusión sin permiso son agresiones que muchas mujeres enfrentan todos los días.

El consentimiento no tiene género 

Este caso debe ser una alerta sobre los riesgos en el entorno digital y la urgencia de educar sobre consentimiento y violencia sexual desde una mirada amplia y sin sesgos. Porque el consentimiento no depende de con quién te acuestes, sino de que todas las partes estén informadas, acuerden y participen libremente.

Ni la burla, ni la revictimización, ni el morbo pueden nublar lo esencial: se trató de una red de explotación sexual digital que debe ser condenada y analizada como tal.

 

Publicado por Staff Capital Mujer
Jul 21, 2025 11:05:48 AM

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